La
colonización española trajo a América el catolicismo y también a los negros
esclavos de África. Con esta inmigración propició un calidoscopio
religioso, una complejidad de cultos, que hasta el presente se profesan.
El sincretismo es consecuencia directa de
la imposición de los santos católicos por parte de la sociedad europea a los
negros esclavos, valiéndose de la supremacía blanca en aquella época. Este
fenómeno se produjo cuando los esclavos, inteligente mente, fingieron aceptar
las imágenes católicas para proteger sus creencias y hasta sus propias vidas,
ya que el blanco no admitía la religión de los negros debido a que pensaba que
eran cosas del demonio.
Los Yorubas buscaron entonces semejanzas
entre sus deidades milenarias y los santos católicos y de ahí que se diga
que Shangó es Santa Bárbara, Obatalá es la Virgen de las Mercedes, Eleguá es el
Santo Niño de Atocha, Oshún es la Virgen de la Caridad del Cobre, Yemayá es La
Virgen de Regla, y así, otras analogías.
Muchos estudiosos del tema afirman que
existen semejanzas entre la religión yoruba y el catolicismo: ambas doctrinas
profesan un solo Dios con una serie de santos que lo acompañan en su misión de
actuar en beneficio del mundo y de los humanos. Ese es el motivo por el
cual en América se le llama Santería a la Regla de Osha o Religión
Yoruba. Los estudiosos opinan que seguir practicando el sincretismo en la
actualidad es totalmente inútil. Desde el punto de vista histórico,
cultural y físico es ya innecesario comparar a los orishas con los santos
católicos. La esclavitud se abolió hace muchos años. Continuar dicha
comparación constituye seguir una tradición sin sentido.
Entre los ejemplos de analogía entre
santos y orishas citemos a Shangó, sincretizado en Santa Bárbara. Si
analizamos la historia de ambos nos percatamos de que hay ciertos detalles
casuales: ambos tienen que ver con el rayo. Por el lado de Shangó,
es su esencia, mientras que en la historia de Santa Bárbara sabemos que un rayo
fulminó a su padre luego de que éste la decapitara. Estos detalles fueron
los que tomaron en cuenta los yorubas a la hora de disfrazar sus deidades con
las imágenes católicas, pero no quiere decir que sean las mismas.
Se habla de un sincretismo que en realidad no existió. El llamado
sincretismo se utilizó por el africano para proteger su propia creencia. El
negro nunca aceptó el cristianismo, de haberlo aceptado éstas prácticas no
hubieran sobrevivido al cautiverio y prohibiciones a que fueron sometidos sus
practicantes autóctonos. No se hubiera practicado más nunca una religión
animista en América y en la actualidad se desconocería la Regla de Osha.
Los africanos que iban a misa el domingo, le daban un pollo a Eleguá el
lunes. Engañaban al cura. Era la gran falsa. Engañaban a la Iglesia, pero no
engañaban a Shangó, a Yemayá ni a Oshún. Ellos siguieron practicando en la
forma original de sus ancestros, pero practicaban un cristianismo falso.
Por otro lado, si hacemos un breve análisis de las ceremonias que ocurren dentro
del Igbodú o cuarto de consagraciones, nos damos cuenta que en los cantos
rituales nunca se nombra a la Virgen de las Mercedes, ni a San Miguel Arcángel,
ni a ninguno de los santos católicos; sólo se llama a los orishas
yorubas. Esto ocurre también en los toques de los tambores Batá y en
cualquier otra ceremonia donde se le canta a los orishas.
La virgen Maria como le dicen, era judía ortodoxa practicante, Cristo lo
era también, José lo mismo. Ellos no eran negros ni eran africanos ni ninguno
tuvo conciencia de que existía el continente africano y ya hacia diez mil años
que a Oshún a Yemayá se le rendía culto. Simplemente el esclavo utilizó
el sincretismo en ventaja para resguardar sus creencias religiosas, pero como
los practicantes actuales no somos esclavos no tenemos que escondernos, no
tenemos porque camuflagear a nuestras deidades.
No tenemos que escondernos, por
lo menos en los países donde no se esconde esta religión porque se respeta la
preferencia de cultos.
En Brasil por ejemplo, estos cultos están oficializados, el gobierno los
reconoce. En las dos islas de Trinidad y Tobago la religión oficial es el culto
a Shangó, en Santa Lucia la práctica que profesan está reconocida. En Cuba
nunca ha sido reconocida y en los Estados Unidos menos, porque una organización
que sea acéfala no tiene credibilidad. Nada en el mundo que sea acéfalo tendrá
credibilidad para la sociedad.
Este fenómeno del sincretismo durante
mucho tiempo se ha mantenido arraigado en Cuba producto del costumbrismo, pero
es necesario reconocer que eso fue un hecho histórico y que en la actualidad no
se deben mezclar los orishas con los santos católicos a pesar de que se pueda
creer en ambos en forma separada.
Es importante que nos apartemos del
sincretismo. El sincretismo evita que lleguemos a las rías de esta práctica,
propiciemos su ilegitimidad y demos lugar a que entre sus practicantes
surja la incredulidad, desconcierto y desconfianza.
Con el secretismo comienza la prostitución y comercialización de los
conceptos de la Naturaleza, los cuales se han transformado de modo de vida en
modo vivendi, lo que actualmente es, aparte de una práctica y una creencia.
Cuando las prácticas se convierten en comercio se produce la competencia.
Esa competencia causa más secretividad todavía. Nadie va enseñar a
otro para que se convierta en su competencia. Se monopoliza el conocimiento
para adquirir poder en esa base piramidal social donde se realizan las
prácticas.
La esclavitud vuelve a manifestarse, vuelve a producirse. El padrino es el
esclavista y el ahijado es el esclavo. Porque el padrino toma la actitud del
esclavista. El padrino toma la posición de la protección entre comillas,
la supuesta protección a cambio del sometimiento económico. En el padrino vemos
el sentimiento paterno, como padrino viene de padre, pues el padrino conduce,
el padrino dirige, el padrino manda, el padrino gobierna, pero no te va a
enseñar, porque si te enseña te conviertes en su igual, tendrás su misma
información y por tanto su mismo poder. Eso significa la reproducción de la
esclavitud. La herencia del pasado, la venganza del negro.
La esclavitud se reproduce en las prácticas del culto. Eso se repite en
todos los cultos. No sólo en esta que es la Nigeriana, sino también en la
Congolesa, la Maumeyana que en Cuba se llama arará, en Haití se llama Rarrá y
en Santo Domingo Gagá. En los Queré de Santa Lucia pasó lo mismo. En el culto
de Shangó de Trinidad y Tobago pasó lo mismo.
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