jueves, 6 de febrero de 2014

HISTORIA DEL SINCRETISMO


La colonización española trajo a América el catolicismo y también a los negros esclavos de África.  Con esta inmigración propició un calidoscopio religioso, una complejidad de cultos, que hasta el presente se profesan.
El sincretismo es consecuencia directa de la imposición de los santos católicos por parte de la sociedad europea a los negros esclavos, valiéndose de la supremacía blanca en aquella época. Este fenómeno se produjo cuando los esclavos, inteligente mente, fingieron aceptar las imágenes católicas para proteger sus creencias y hasta sus propias vidas, ya que el blanco no admitía la religión de los negros debido a que pensaba que eran cosas del demonio.  

Los Yorubas buscaron entonces semejanzas entre sus deidades milenarias y los santos católicos y de ahí que se diga que Shangó es Santa Bárbara, Obatalá es la Virgen de las Mercedes, Eleguá es el Santo Niño de Atocha, Oshún es la Virgen de la Caridad del Cobre, Yemayá es La Virgen de Regla, y así, otras analogías.

Muchos estudiosos del tema afirman que existen semejanzas entre la religión yoruba y el catolicismo: ambas doctrinas profesan un solo Dios con una serie de santos que lo acompañan en su misión de actuar en beneficio del mundo y de los humanos. Ese es el motivo por el cual en América se le llama Santería a la Regla de Osha o Religión Yoruba.  Los estudiosos opinan que seguir practicando el sincretismo en la actualidad es totalmente inútil.  Desde el punto de vista histórico, cultural y físico es ya innecesario comparar a los orishas con los santos católicos. La esclavitud se abolió hace muchos años. Continuar dicha comparación constituye seguir una tradición sin sentido.

Entre los ejemplos de analogía entre santos y orishas citemos a Shangó, sincretizado en Santa Bárbara.  Si analizamos la historia de ambos nos percatamos de que hay ciertos detalles casuales:  ambos tienen que ver con el rayo.  Por el lado de Shangó, es su esencia, mientras que en la historia de Santa Bárbara sabemos que un rayo fulminó a su padre luego de que éste la decapitara.  Estos detalles fueron los que tomaron en cuenta los yorubas a la hora de disfrazar sus deidades con las imágenes católicas, pero no quiere decir que sean las mismas.  

Se habla de un sincretismo que en realidad no existió. El llamado sincretismo se utilizó por el africano para proteger su propia creencia. El negro nunca aceptó el cristianismo, de haberlo aceptado éstas prácticas no hubieran sobrevivido al cautiverio y prohibiciones a que fueron sometidos sus practicantes autóctonos. No se hubiera practicado más nunca una religión animista en América y en la actualidad se desconocería la Regla de Osha.

Los africanos que iban a misa el domingo, le daban un pollo a Eleguá el lunes. Engañaban al cura. Era la gran falsa. Engañaban a la Iglesia, pero no engañaban a Shangó, a Yemayá ni a Oshún. Ellos siguieron practicando en la forma original de sus ancestros, pero practicaban un cristianismo falso.  

Por otro lado, si hacemos un breve análisis de las ceremonias que ocurren dentro del Igbodú o cuarto de consagraciones, nos damos cuenta que en los cantos rituales nunca se nombra a la Virgen de las Mercedes, ni a San Miguel Arcángel, ni a ninguno de los santos católicos; sólo se llama a los orishas yorubas.  Esto ocurre también en los toques de los tambores Batá y en cualquier otra ceremonia donde se le canta a los orishas.

La virgen Maria como le dicen, era judía ortodoxa practicante, Cristo lo era también, José lo mismo. Ellos no eran negros ni eran africanos ni ninguno tuvo conciencia de que existía el continente africano y ya hacia diez mil años que a Oshún a Yemayá se le rendía culto.  Simplemente el esclavo utilizó el sincretismo en ventaja para resguardar sus creencias religiosas, pero como los practicantes actuales no somos esclavos no tenemos que escondernos, no tenemos porque camuflagear a nuestras deidades.

No tenemos que escondernos, por lo menos en los países donde no se esconde esta religión porque se respeta la preferencia de cultos. 

En Brasil por ejemplo, estos cultos están oficializados, el gobierno los reconoce. En las dos islas de Trinidad y Tobago la religión oficial es el culto a Shangó, en Santa Lucia la práctica que profesan está reconocida. En Cuba nunca ha sido reconocida y en los Estados Unidos menos, porque una organización que sea acéfala no tiene credibilidad. Nada en el mundo que sea acéfalo tendrá credibilidad para la sociedad.

Este fenómeno del sincretismo durante mucho tiempo se ha mantenido arraigado en Cuba producto del costumbrismo, pero es necesario reconocer que eso fue un hecho histórico y que en la actualidad no se deben mezclar los orishas con los santos católicos a pesar de que se pueda creer en ambos en forma separada.

Es importante que nos apartemos del sincretismo. El sincretismo evita que lleguemos a las rías de esta práctica, propiciemos su  ilegitimidad y demos lugar a que entre sus practicantes surja la incredulidad, desconcierto y desconfianza.  

Con el secretismo comienza la prostitución y comercialización de los conceptos de la Naturaleza, los cuales se han transformado de modo de vida en modo vivendi, lo que actualmente es, aparte de una práctica y una creencia.

Cuando las prácticas se convierten en comercio se produce la competencia. Esa competencia causa más secretividad  todavía. Nadie va enseñar a otro para que se convierta en su competencia. Se monopoliza el conocimiento para adquirir poder en esa base piramidal social donde se realizan las prácticas. 

La esclavitud vuelve a manifestarse, vuelve a producirse. El padrino es el esclavista y el ahijado es el esclavo. Porque el padrino toma la actitud del esclavista. El padrino toma la posición de la protección entre comillas, la supuesta protección a cambio del sometimiento económico. En el padrino vemos el sentimiento paterno, como padrino viene de padre, pues el padrino conduce, el padrino dirige, el padrino manda, el padrino gobierna, pero no te va a enseñar, porque si te enseña te conviertes en su igual, tendrás su misma información y por tanto su mismo poder. Eso significa la reproducción de la esclavitud. La herencia del pasado, la venganza del negro.


La esclavitud se reproduce en las prácticas del culto. Eso se repite en todos los cultos. No sólo en esta que es la Nigeriana, sino también en la Congolesa, la Maumeyana que en Cuba se llama arará, en Haití se llama Rarrá y en Santo Domingo Gagá. En los Queré de Santa Lucia pasó lo mismo. En el culto de Shangó de Trinidad y Tobago pasó lo mismo.  

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